Competencias blandas: plus o básico
El profesional de hoy y quizás del mañana, ya no sólo debe saber de su materia de estudio, y de competencias blandas como liderazgo, trabajo en equipo, comunicación, sino que, además, tiene que trabajar en si mismo, su actitud, su comportamiento y sus expectativas.
Si bien, hasta hace muy poco tiempo, aquella persona que tenia experiencia y tendía en su personalidad laboral a dichas competencias, era percibida como un profesional con un valor agregado, ahora, todo ello se da por sentado como lo aceptable, menos que eso ya ni siquiera es adecuado para una empresa o institución que se precie de sus valores y de su estatus en el mercado.
No obstante, ¿Qué significa “trabajar en su actitud, comportamiento y expectativas”?.
En cuanto a “Actitud” hablamos de una persona proactiva, que no hable de problemas, aunque sea capaz de diagnosticarlos; sino que dialogue con alternativas de solución, que intercambie opiniones y mejore sus propias opciones y alimente a otros para que mejoren las suyas, y entre todos, se gestione una acción que lleve a la reducción o eliminación del “problema”. Igualmente, que no piense “si no está roto, no lo rompa”, sino que vaya adelante, lo rompa para construirlo mucho mejor con el aporte y el conocimiento de todas las personas con las que pueda relacionarse.
Una actitud donde no sea relevante el “trabajar más” sino el “trabajar mejor”, ser más eficiente y eficaz en el tiempo que dedicamos al quehacer laboral; consciente que para lograr dar lo mejor de si mismo en su gestión, requiere ser una persona integral, y que ello implica, una familia, pasatiempos, educación, entre otras opciones según cada caso.
Ser tan seguros de sí mismos, que, un “está equivocado”, “es un fracaso” no sea un alto en su gestión, y que se atreva a innovar, a buscar mejores formas y se arriesgue, en forma calculada, que se aleje del área de confort, pues eso no solo mata una organización, sino que, poco a poco, también nos corroe como profesionales y personas.
Un profesional que, el “no sé” le motive a instruirse cada día, de libros, de internet, de la experiencia, inclusive, que pueda aprender por “cabeza ajena”; y que no sea mezquino con sus conocimientos y experiencias, compartiéndolas con quienes le rodean.
Hablamos de una actitud de aprendizaje, de entrega, de crecimiento, entre otros ejemplos que, estoy segura, usted podrá agregar; y de hecho, espero me los haga llegar.
El Comportamiento
Este es la actitud en la práctica, es donde se reflejan todos nuestros pensamientos y valores, es la aplicación de lo que hablamos anteriormente.
Cuando una persona, presenta propuestas para mejorar una situación, la conversa, porque no hablamos de discusión sino de intercambio y crecimiento conjunto, y entre varios la “pulen” y luego pasan a la acción, están llevando una actitud a un comportamiento.
Las ideas y los logros pasan a ser importantes por si mismos, y esa pasión por verlos realizados es la satisfacción y el reconocimiento de todos los involucrados, el “yo” se convierte en trascendental a través de la realización de lo que “nosotros” logramos. Se puede decir que pasamos de la cultura del “yo” “yo”, a la cultura de un “yo” mejorado en función de lo que “nosotros” creamos, logramos y somos.
Con las “Expectativas” nos vamos al futuro, ¿Qué organización tendría un futuro sin que los miembros que la componen (funcionarios, empleados, colaboradores, etc) tengan su visión de futuro, sus sueños?
Como profesionales también debemos tener nuestro propio sueño o ambición, vista desde su perspectiva real es decir, positiva. Ese será el motor que nos anime a crecer, estudiar algún tema o tópico, una herramienta, buscar experiencias, ver y apreciar todo lo que el mundo tiene para ofrecernos. Asi, la organización también se desarrollará, cumplirá su visión con la suma de las expectativas de quienes son parte.
Etiqueta:competencias blandas, oportunidad, perfil laboral